La semana pasada dí una formación de trabajo en equipo y como no hablamos del feedback.
La verdad es que forma parte de la condición
humana el tener una imagen un poco inflada de nuestras propias cualidades, la
mente es como un pintor de corte que hace el retrato del rey alisando arrugas,
rejuveneciendo expresiones y ocultando defectos.
Especialmente, a medida que la
persona va ascendiendo en la jerarquía de una organización, crece también la
discrepancia entre la evaluación que los demás y uno mismo hacen de sus
cualidades: siempre el individuo evaluado se ve más positivamente de lo que le
ven los demás.
La única forma de no sucumbir bajo el síndrome del traje nuevo
del emperador es proponerse recabar activamente feedback de
la gente que nos rodea: superiores, colegas, subordinados, familiares, amigos.
La gente no suele ser muy proclive a dar feedback espontáneamente
y por eso es responsabilidad de cada individuo el buscarlo activamente para así
aprender más sobre sí mismo y mejorar su eficacia. Pero atención: dependiendo
de cómo y a quién pidamos feedback podemos influir en la
calidad de la información recibida. Existe una cierta tendencia innata a
preferir buscar feedback donde pensamos que va
a ser más positivo.
No conozco otra forma mejor de restaurar la
confianza entre los miembros de un equipo que enseñarles a usar la técnica del
feedback como práctica habitual para relacionarse
entre ellos.
Feedback se suele traducir al
español como retroalimentación, pero en mi opinión es una traducción poco
afortunada no sólo porque me parece una palabra extraña sino porque, además, no
creo que refleje con exactitud el significado original. Feedback
es la información que recibimos sobre nuestras acciones y sus
consecuencias vistas desde la perspectiva de otra persona.
El feedback que recibimos
de otras personas nos permite observarnos a nosotros mismos mientras estamos en
acción como si se tratara de un vídeo con la repetición de nuestras jugadas.
Es
la mejor forma de obtener una idea objetiva y clara de cómo estamos haciendo
las cosas. Unas veces el feedback nos enseña cómo
corregir nuestro comportamiento para mejorarlo y ser más efectivos. Otras veces
el feedback nos confirma el éxito de nuestras acciones y
contribuye poderosamente a aumentar la autoestima y confianza en nosotros
mismos. Cuando sabemos que hay una persona cerca de nosotros que es capaz de
darnos un feedback coherente,
felicitándonos cada vez que hacemos algo bien y llamando nuestra atención cada
vez que nos equivocamos, sentimos gratitud hacia esa persona y nos fiamos de
ella.
En mi experiencia profesional como coach
y consultor, el feedback ha
sido siempre la clave para sentar las bases de unas relaciones entre miembros
del equipo donde puedan manifestarse con toda su amplitud las extraordinarias
cualidades y posibilidades de los individuos que lo
componen, incluso cuando el equipo está en situaciones difíciles o frente a
demandas muy exigentes. Porque esencialmente el feedback nos
permite revelar y descubrir cómo somos en realidad, nos compromete con la
verdad y con el apoyo generoso a los demás.
¿Has pedido alguna vez feedback a alguna persona?
Adoptar el feedback como
norma dentro de un grupo implica un compromiso público por contribuir al
desarrollo de los otros miembros no sólo cuando resulte fácil, sino también
cuando suponga riesgo o sacrificio para nosotros mismos.
Para que el feedback crezca y se desarrolle en un equipo hay que seguir una serie de pasos
que hay que aprender. Estas cosas y más es lo que suelo dar en las formaciones que imparto de trabajo en equipo en diferentes organizaciones. La verdad que es increíble ,el cambio que se producen en los equipos, cuándo realmente se sabe una serie de técnicas para mejorar como equipo. Hoy el futuro esta en la cooperación y la cooperación no se da si no se sabe como trabajar en equipo.
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